Beautiful Noise es un documental sobre la historia del shoegazing (corriente del rock británico originada a principios/mediados de los noventa), en el que no se pronuncia ni una sola vez la palabra “shoegazing”, ejecutando así una pirueta narrativa similar a la de esas películas de zombies en las que nunca se dice la palabra “zombie” (o a El padrino de Coppola, en la que nunca se pronuncia la palabra “mafia”). Es un detalle menor pero no irrelevante, pues Beautiful Noise supone un arrebatado canto de amor a un subgénero musical que precisamente siempre quiso eludir las etiquetas y restarse importancia. Lo de “shoegazing”, que significa literalmente “mirarse los zapatos”, hacía referencia a que la mayoría de los músicos de esos grupos tocaban todo el rato con la vista pegada al suelo para irles dando a los pedales de distorsión de las guitarras. Esto, junto a sus poses estáticas, su actitud tímida e introspectiva y sus pelos largos y lacios que les tapaban la cara, dio lugar a una moda artística sin superestrellas ni apenas caras reconocibles, en la que lo importante no era idolatrar la figura del rockero “on stage” sino flipar con las canciones. Su frase de referencia fue “The scene that celebrates itself”, y eso ya lo dice todo.
La principal característica sonora del shoegazing eran las tormentas de distorsión guitarrera a todo trapo, bajo las cuales, no obstante, aún era reconocible la pureza y la sencillez de las melodías poperas de toda la vida (paradójicamente, la sensación que generaba en el oyente era justo la contraria: una calma inicial por debajo de la cual va creciendo un estado de euforia irrefrenable). Pese a su corta vida y su injusto olvido, ha sido posiblemente el movimiento musical más influyente del rock alternativo británico de los últimos 25 años, por contraste con el brit-pop que vino justo después, del que mucha gente se acuerda con añoranza pero que apenas dejó legado (y que en realidad tampoco generó demasiados nombres a tener en cuenta más allá de Blur y Pulp). En sus cuatro o cinco años de auge, el shoegazing parió una cantidad inusitada de bandas deslumbrantes: My Bloody Valentine, Slowdive, Catherine Wheel, Pale Saints, Ride, Galaxie 500, Lush, Chapterhouse, The Boo Radleys…
Beautiful Noise trata todo eso durante 85 minutos que se hacen cortísimos, y que dejan cierta sensación de que a su director Eric Green le ha faltado tiempo y presupuesto para explicar todo lo que quería (el documental tuvo que financiarse mediante crowdfunding, tras un parón de cinco años en su rodaje por falta de dinero). Aún así, lo que se cuenta es fascinante: se centra sobre todo en cuatro bandas seminales de la época (Cocteau Twins, My Bloody Valentine, The Jesus and Mary Chain y Ride), y a partir de ellas traza un recorrido histórico-emocional por todo aquel movimiento, con multitud de clips, actuaciones en vivo y entrevistas tanto a los protagonistas de aquello como a músicos de otras tendencias (Robert Smith, Trent Reznor, Billy Corgan…) a los que en su día les explotó la cabeza escuchando maravillas como el Loveless de My Bloody Valentine, el Souvlaki de Slowdive o el Nowhere de Ride. En resumidas cuentas, altamente disfrutable para cualquier fan del ruido con criterio.
¿Una playlist de temazos shoegazing para acabar el artículo en nota alta? Venga, va, como esta entrada prácticamente estrena el blog, que no se diga que no soy un anfitrión atento: Playlist de «esenciales shoegazing».