La batalla de Waterloo (XI de XV)

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18 DE JUNIO (TERCERA PARTE DE SEIS). INTERLUDIO, WAVRE.

Todos los relatos más o menos detallados de la campaña de Waterloo tienen que “pedir tiempo muerto” en cierto momento y detenerse para explicar lo sucedido en Wavre. No hay forma de entender el desarrollo de la batalla principal sin saber lo que ocurrió de manera paralela el 18 de junio en ese pequeño pueblito, un teatro de operaciones absolutamente secundario que no obstante jugó un papel decisivo en el desenlace del mega-dramón que Napoleón y Wellington estaban representando en las faldas del Monte Saint-Jean.

A las tres de la tarde, con los prusianos ya apareciendo en lontananza, la pregunta del millón en el campo de batalla de Waterloo es “¿Dónde está Grouchy?”. Se lo pregunta Napoleón desde su cuartel de mando en La Belle Alliance (“Où est Grouchy?”), del que apenas se moverá en toda la batalla, y también se lo pregunta Wellington («Where is Grouchy?”), que por contraste no para quieto, trotando a caballo de un lado a otro para corregir el despliegue de tal o cual unidad, dar órdenes directas a sus oficiales y en general tratar de mantener la peliaguda situación bajo control. ¿Dónde está Grouchy?

Wavre-Map-p115Pues en esos mismos momentos el mariscal Grouchy está a unos diez kilómetros de allí, con sus 33.000 hombres (recordémoslo una vez más: un tercio de las fuerzas totales de las que dispone Napo) desplegados ante el pueblo de Wavre, listos para atacar a lo que ellos creen que es el grueso del ejército prusiano, que se ha dispuesto a la defensiva tras los dos sólidos puentes de piedra que dan entrada a la localidad. Sin embargo, “el grueso del ejército prusiano” hace ya bastantes horas que se ha escurrido por la izquierda de Grouchy, iniciando la marcha hacia el suroeste para auxiliar a Wellington en Mont Saint-Jean. Lo que queda aquí son apenas 17.000 tipos al mando del sajón Johann von Thielmann, cuya misión consiste en atraer a Grouchy hasta esta distracción y tenerlo entretenido tanto tiempo como pueda; y Grouchy, por lo que parece, se ha tragado el anzuelo hasta el garganchón. Él tenía unas órdenes que cumplir (contactar con los prusianos y batirlos), y eso es justamente lo que cree estar haciendo.

xir167321Emmanuel Grouchy, de origen polaco (nacido como príncipe Poniatowski) segundo conde de Grouchy y mariscal de Francia, es un tipo prudente, con fama de saber nadar y guardar la ropa. Esa prudencia le ha permitido sobrevivir al Terror de Robespierre manteniendo la cabeza sobre los hombros (de hecho fue uno de esos raros nobles que se aliaron a la causa revolucionaria), seguir coleando durante todas las guerras napoleónicas pese a haber sido herido en campaña como quince veces (algunas de bastante gravedad), y destacar mandando la caballería imperial francesa en Smolensk, en Borodino y en la retirada de Moscú. Esa misma prudencia le servirá también para, una vez que esta postrera aventura imperial de Waterloo acabe en desastre, escapar a los pelotones de fusilamiento y morir tan pancho en su cama muchos años después. Sin embargo, el 18 de junio de 1815, con el destino de toda Europa en la balanza, sin duda Napoleón hubiese agradecido que Grouchy demostrase algo más de iniciativa, intuición y capacidad de riesgo.

Ya esa misma mañana, mientras Grouchy desayunaba antes de proseguir la persecución de los prusianos, algunos de sus oficiales han tratado de sugerirle que quizás habría que abortar todo el asunto y tirar hacia Mont Saint-Jean para unirse al combate, sobre todo tras oÍr claramente el tronar de cañonazos viniendo de dicha dirección (la gran batería francesa inaugurando la batalla de Waterloo). Sin embargo, el mariscal se ha negado en redondo y ha seguido comiendo fresas. La discusión al respecto ha ido subiendo de tono hasta convertirse en una bronca de las buenas, en la que han volado los insultos y las descalificaciones mutuas: Grouchy esgrimiendo las últimas órdenes recibidas de puño y letra de Napo (que le indican que persiga y ataque a los prusianos), y su staff insistiendo en que no hay plan de batalla que resista cinco minutos bajo el fuego, y que la situación puede haber cambiado por completo desde que se redactaran dichas órdenes, hace ya más de 24 horas. Pero Grouchy, el siempre prudente Grouchy, no quiere sufrir la famosa ira del Emperador por desobedecerle o malinterpretarle, una ira que el día anterior ya ha visto descargar sobre Ney por haber permitido que Wellington se le escapase vivo en Quatre Bras. Así que tururut: para Wavre que nos vamos.

De haber hecho caso a sus oficiales y virado su ruta hacia el oeste, a primera hora de la tarde los 33.000 soldados de Grouchy habrían bloqueado el paso a la vanguardia prusiana, que por lo tanto ya no habría llegado a tiempo al campo de batalla de Waterloo. Sin embargo, su machacona insistencia en cumplir unas órdenes vagas y basadas en premisas equivocadas le llevará a librar una batalla totalmente inane en Wavre, entre el 18 y el 19 de junio. Es una refriega que acabará por ganar (poniendo en fuga a los prusianos que defienden el pueblo), pero que a nivel estratégico no servirá absolutamente de nada. Ya verás tú qué cara se le queda al día siguiente, cuando le lleguen nuevas de que Napoleón ha sido derrotado en Waterloo por falta de efectivos (entre otros motivos), mientras él andaba haciendo el andoba por la campiña belga…

(continuará)

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